Las vacaciones, benditas sean a pesar de todo, suelen producir en quienes las disfrutan, un trauma de dos direcciones; ascendente al inicio, y descendente al final.
Deseando combatir la insólita situación de encontrarme sin nada útil que hacer, decidí realizar algo inútil. Escribir.
Finalizada época tan "desagradable", y ya en Oviedo, continúe dándole al bolígrafo como si me fuese la vida en ello, sin pensar que quizás la pongo en peligro al no abandonar tan pernicioso hábito.
En las páginas siguientes, enfoco desde una óptica desenfada ciertas cuestiones que personas más circunspectas ven de forma distinta.
Lamento disentir del criterio mayoritario, pero nada puedo hacer para cambiar. Es demasiado tarde.
Deseo agradecer, antes de darme paso a mi mismo, la colaboración estoicamente prestada por mi familia al resistir sin desfallecimientos perceptibles, la lectura del engendro en su primera fase.
La gente dice que lo que cuenta es vivir, pero yo prefiero leer
El único animal capaz de reírse de sí mismo es el ser humano. No tiene ningún mérito: es el único que da motivos para ello.
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No se debe leer, como hacen los niños, para divertirse o, como los ambiciosos, para instruirse. No, se debe leer para vivir
El más inútil de todos los días es aquel en el que no hemos reído